
Y en la misérrima caravana,al par que el hombre, marchar se venla amante esposa, la madre anciana,y el inocente niño también.Benditas víctimas que bajaron,desde la Pampa, llenas de fe,y a su llegada lo que escucharonvoz de metralla tan sólo fue.Baldón eterno para las fierasmasacradoras sin compasión,queden manchadas con sangre obreracomo un estigma de maldición.Pido venganza por el valienteque la metralla pulverizó;pido venganza por el dolientehuérfano y triste que allí quedó.Pido venganza por la que vinode los obreros el pecho a abrir;pido venganza por el pampinoque allá en Iquique supo morir.

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